jueves, 15 de mayo de 2014

NECESIDAD...





Silencio…absoluto, era lo que reinaba en aquel espacio abierto, extraño quizás, que lo único que se escuchara fuera silencio, pero así era, a pesar que aquel hombre hablaba a gritos no se escuchaba su voz, puesto que lo que gritaba lo hacía con la mirada, lo hacía con su mente, clamaba, llamaba y pedía perdón a alguien en el más absoluto silencio…apenas se escuchaba el recorrer del agua entre las altas peñas del río, apenas si era audible el leve canto de algunos pájaros que volaban en lo alto, más el rostro de aquel hombre gritaba. Quizás no tenía voz para llamar a gritos, o simplemente se condenaba a sí mismo con el silencio que emanaba de su alma, las palabras rehuían salir de sus labios, por más que lo intentaba tan sólo sus ojos hablaban…decían muchas cosas, entre otras dejaban transmitir un hondo dolor, como un pozo en mitad de un desierto, como si sus ojos negros expresaran la nada que sentía en su alma. Aquellos ojos decían que estaba arrepentido de muchas cosas, que le dolían los recuerdos del pasado, y que cuando la tenía frente a él todo volvía a nacer de su eterna mirada, sin palabras, tampoco las necesitaba, nunca nadie había hablado tanto con una mirada…aún así sus labios deberían decir lo que su mirada transmitía, hubiera sido el nexo perfecto, los sentimientos y las palabras, la mirada auténtica junto a una hilera de letras con el sentido de contar el absurdo de estar amando…esa mirada se volvía tierna, oscura, pasional, melancólica, esquiva, penetrante, verdadera, esquiva, y como no las lágrimas escribían su historia junto a los besos que se escapaban de sus labios, uno tras otro iba recorriendo un trozo de piel que quedaba al descubierto tras una de aquellas hermosas miradas, no hacía falta nada más, ni tan siquiera las palabras mágicas, todo se difundía en aquella mirada…más sus labios intentaban una vez más pronunciarse, intentaban formar sonidos para que el silencio no fuera algo tan pesado en aquel sitio, pero no se daba cuenta que a veces hay quién entiende esas miradas, quién las interpreta, quién las responde, quién las aguarda, quién las espera, no aún, no se había dado cuenta, que hay quién no necesita más palabras que una de esas miradas. Si pudiera expresar lo que sentía sonaría a dulce tranquilidad, a soledad deseada, a un dulce tormento al recibir sus miradas, sí, si dijera las palabras sonarían a ojos cerrados, a sentir con el alma… era el momento de devolver el tiempo al universo, porque todos los caminos conducían a un mismo sitio, conducían a borrar todo lo que no era para estar junto a la persona que un día le dijo: quiero estar contigo. Hoy el silencio le decía que era la hora de expresar con palabras aquellas miradas, en ella se podía ver un amor infinito, un anhelo de tener miedo porque ella desapareciera, la incertidumbre de no saber si era realmente el tiempo de los dos, pero también se veía sin duda alguna que él sentía un mundo, y que ese mundo nacía de aquella otra mirada…puede que las palabras no salieran, no brotaran de sus labios, puede que su alma y el silencio hubieran hecho un pacto, puede que hoy haya hablado más con aquellas miradas que diciendo un Te Amo…sí, quizás a veces el silencio bien interpretado es la palabra que tanto necesitamos…