domingo, 8 de marzo de 2015

SOLEDAD....




"Susurraba el viento en su cabello,

ondeaba una vez más antiguo estandarte,

grietas en la tierra abrían las heridas,

desde lo alto del risco parecía perdida,

entre cánticos y recuerdos resuena un nombre,

no sé cuando te fuiste...

haz que la memoria agilice,

necesito que grites...."



Su memoria era un secreto, algo intocable, se repetía una y otra vez como si preguntarle fuera agredirla, a veces lo era, hacia tiempo que no recordaba, no quería hacerlo, evitaba cualquier mención sobre aquel hecho que le hacía daño, que había matado sus sentimientos que la había ido llenando de decepción, de desconsuelo, de una inmensa soledad. Era extraño aún en compañía se había sentido la mujer más sola del mundo, como en este momento, reinaba el silencio entre ambos, ella intentando no recordar, no hacer revivir en la memoria los momentos felices, no enterarse de que no estaba, que el único que le importaba era él mismo, como siempre, pero había tardado demasiado tiempo en darse cuenta, cuando era tarde, cuando había muerto tras sus desprecios, preferencias, elecciones, todo era antes que ella, como en este momento, mientras ella lo miraba preguntándose que los había llevado a ese estado, a ese momento, él seguía ignorándola, ocupándose de sus cosas, viviendo su mundo, al fin y al cabo era lo que le importaba, si lo pensaba le resultaba patético, pero no él, sino ella misma por soportar la situación, por no irse, por no decirle que ya no lo quería que cualquier atisbo de sentimiento que albergará por él, se había encargado de ir matándolo.

La había acostumbrado a la soledad, a los limites, a no estar nunca cuando lo necesitaba, a no escucharla, sencillamente se limitaba a exigir, a lo suyo, a no pedir perdón nunca, ni dar las gracias, exigía sin más, y ella ya no le daba, simplemente se había acostumbrado a no tenerlo, y de tanto tiempo así, de esa soledad compartida, había nacido una cosa que le daba miedo, pero era la muerte de sus sentimientos, otra vez volvía a estar vacia, y esta vez no pensaba volver a intentar ponerle remedio, se había convencido que no existía ningún hombre que la entendiera, ni que la quisiera como ella era.

Nadie sabe quien soy ni como, excepto Tú.

-Lo sé mujer, aún no entiendo porqué estás con él, es cierto que sabe ilusionar con sus palabras al principio, casi parece que se preocupara por lo que te importa, pero en el día a día, solo te queda la soledad y ser relegada a la última posición de su vida, cuando alguien te ama eres su prioridad, todos sus pensamientos, de día de noche, y desea estar contigo cada minuto del día, yo eso lo sé mejor que nadie, ya sabes que es lo que mejor manejo...

Una sonrisa meláncolica asoma a los labios de ella, cómo no saber del tiempo? él era el dios en ese aspecto. También a la hora de amar, aún recordaba aquel maravilloso beso, con el que sellaron su pacto, inolvidable, imborrable, era todo lo que necesitaba para sentirse amada.

-No deberías recordar ese momento, ni pensar en el como si fuera el único feliz de tu vida.

-Quizás lo es...no pensaste eso maestro?

-ummm niña si empiezas por ese camino sabes que podemos liarla, yo soy amante, más que amante de tu lengua afilida...

-Afilada?? ummm dejame tocarla -se pasa la lengua por dentro de su boca dejando que él vea el movimiento, después la pasa por entre sus dientes- No, decididamente no tiene nada de afilada, mira -y se la saca-ves? no me hice ningún corte...

-Estás segura?

-Sí, quieres que pruebe otra vez para asegurarme? -le pone ojitos cariñosos, su carita de ángel, esa que podría engañar al mismisímo demonio pero no a él.

-No es necesario cuando quiera puedo demostrarlo.

-Demuéstramelo, estoy escéptica hoy, ya ves...

-Escribiente no debería iniciar un juego en el que vas a quemarte

-No pensaste que igual necesito arder? sentirme viva?

-Lo sé, sé que es lo que necesitas arder, consumirte, dejar de pensar en él, de mirarlo con cara de idiota, de asumir que no eres nada en su vida excepto un mero entretenimiento para no aburrirse, para matar las horas, porque no le importas.

-Gracias por tu honestidad, aunque podrías habértela guardado en lo más hondo de tu ser, allá donde la espalda pierde su nombre...

-Jajajajajajajaja...sí, mujer, así me gusta, viste? lengüita afilada...pero no puedo mentirte, además yo también he de irme.

-Me dejas...

-Sí.

-Nos veremos nuevamente?

-Sabes que no, estás soñando.

Esas palabras la despiertan sobresaltada, mira a su lado en la cama, está él, quién no la ama, por qué está allí? por qué finge? desde cuándo no la toca?...ni siquiera se acuerda. Ese sueño fue un aviso de su muerte, de su escapatoria, es libre, ya no siente nada, ni calor cuando se acerca, ni dolor cuando la desprecia, es lo que él vino a decirle que su tiempo y ella son libres.
 

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