"Desde la bruma de la mañana
Calmé todas tus esperanzas....
Desde la calma de mi alma
Clamé tus caricias añoradas...
Desde el dolor de mi corazón
Grité el silencio de tu nombre...
Hoy más que nunca he decidido no amarte
Sabes por qué?
Porque has roto la promesa de no devolverme mi alma...
Perséfone no ocultes tu rostro tras sus lágrimas,
estoy decidido a matarla...."
Perséfone 1.0
"Hoy ha empezado todo, esta inmensidad nocturna me ayudará a contarte cómo empezó todo hace siglos, ni siquiera sé si podrás leer esta carta, Dios del Tiempo, mi consentido, pero hoy...hoy ha nacido nuestro hijo Chronos, y tu hijo viene presto a darnos muerte. Creo que es el principio del fin, o al fin será un principio para todos. Como de costumbre voy a utilizar algo de la magia que me enseñaste para poner a salvo a nuestro hijo, sabes? ésta se parece algo a mi, y sí, leíste bien, ésta...es niña, a ti te tocará bautizarla, cuidarla y hacer que crezca sabiendo que la amo con toda mi alma, cómo sólo sé hacerlo, no he aprendido a hacerlo de otra forma.
Ella lleva un sobre donde te cuento algunos secretos, o quizás no sea tan secreto, consentido mío, he abierto una llaga, es lo único que puedo hacer con la lágrima que me hizo conservar la tramposa, quiero que sepas que te he echado de menos cada segundo de mi vida, te he amado con la piel, con el corazón, con el alma...no sé estar sin ti, no sé meterme en líos sin ti...y contigo tampoco, supongo.
Ya sé que no puedo decir tu nombre real a nadie pero por una vez voy a decirte a ti ....................... Te amo.
Irrumpe en el suelo un estruendo ensordecedor...una grieta del cielo es abierta por un rayo rojo, unas alas invisibles se alzan en mitad de aquella misteriosa tormenta, y en un segundo a los pies de Chronos hay una cesta trenzada de color morado...
Un escalofrío recorre la nuca del dios del tiempo, un estremecimiento interno desgarra su corazón y de su cuello cae al suelo un lirio hecho pedazos.
La respiración de Chronos queda interrumpida en ese instante, sus ojos fijos en los pedazos de aquella flor, sus pupilas pasan a esa velocidad vertiginosa que anuncia una muerte...
Su voz en grito....eso piensa él, pero de su boca no sale ningún sonido, intenta llamar a la tramposa a gritos, pero...
Una sacudida abre el capazo morado y dentro observa atónito un bebé con el pelo color rosa, y unos ojos desorbitadamente grises...del cuello de aquel bebé una pequeñísima lágrima y en su manita un papel de color lila.
Sigue sin poder respirar...el intenso dolor del pecho impide que respire, que se mueva, que hable...sus ojos van del bebé al lirio muerto...por más que intenta hacer un movimiento todo a su alrededor se ha detenido. Él, el dios del tiempo es incapaz de hacer girar su mundo, su reino...el espacio-tiempo ha quedado congelado desde que aquel rayo rojo abriera el cielo y aquel capazo cayera a sus pies.
Lleva tanto dolor que cree que al fin la negrura le dará paz, en algún momento él también perecerá como el lirio, tiene que dejar de ser inmortal, porque ese lirio en el suelo solo significa que su escribiente ha muerto....
-NOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOO
Al fin su voz retumba en el universo, con un grito tan desgarrador que el mismo universo se repliega ante su dolor.
Jadeante intenta moverse pero sigue sin poder conseguirlo, ante sus ojos objetos familiares empiezan a formarse...una aguja de plata, un hilo, aquellas campanillas conocidas...
-No es cierto, no es cierto....-su voz ahora apenas audible, produce en el universo una contracción aún mayor que antes, el vacío lo inunda todo-
Mira atónito a la tramposa.
-No es cierto, no lo es...-su voz es tan lastimera que hasta el capazo del bebé se cierra automáticamente-
-No lo es tejedora, no lo es...-la estridencia de sus palabras soslaya la locura-
-No lo es, sencillamente no lo es...-y por primera vez el dios del tiempo pierde sus relojes de arena de pupilas y comienza a rodar una solitaria lágrima por su ojo izquierdo, fría, larga...-
-No, no, no, no es posible...-es un mantra que casi se dice a sí mismo-
La tejedora lo observa, su alma también está en los suelos, no puede creer lo que ha pasado, no puede creer lo que está viendo, lo que siente, mejor dicho lo que no siente...Aquella bebé...ella...a ella no la siente...en sus oídos queda el aullido lastimero de cerbero, el golpe de su marido contra la tierra, la resurrección de su lirio estático, su desvaído color...un cúmulo de sensaciones, de reacciones imborrables de su mente, una serie de imágenes que no consigue olvidar...ella y su sonrisa, su olor, aquella forma característica de irse sin decir adiós, su forma de esperar a su amigo, su forma de besarlo, de dejarse desangrar en sus manos, en su piel, su forma de amar...nada de eso existe ya, ella no lo siente y nadie en el inframundo.
Se acerca lentamente a su fiel amigo, es una sombra apenas del imponente dios del tiempo, allí cabizbajo. en su versión humana, sin sus características pupilas de relojes de arena, casi tan muerto como la esencia de la escribiente, apenas se percibe respiración o un latido en su cuerpo...sus pies pesan como la fuerza de la gravedad, apenas consigue moverlos, ella también se niega a llegar, a tocarlo, a reconocer que el nexo que los obligaba a hacer trampas ha desaparecido para siempre...
Después de lo que parece una eternidad llega a su lado, le toca el hombro y él la mira sin conocerla...sus ojos después de tantos siglos anegan agua...
-No es cierto verdad tramposa?
Ella lo mira en silencio, no encuentra palabras para la desolación que dibuja su rostro.
-Dime qué has evitado que él haga esto?
Nuevamente el silencio responde a las preguntas del dios del tiempo.
-No puede haber muerto, iba a estar conmigo siempre, casi habíamos conseguido localizarla, engañar a Yue....No está muerta, dime qué no, dime que noooooo
Alza la mano hasta el rostro de su amigo, una caricia suave, tierna
-No me consueles, ella no está muerta, no lo está, dime que no lo está, dímelo, dímelo, dímelo, dímelooo
Levanta el otro brazo, lo rodea, lo abraza...
-No se ha muerto, no lo ha hecho, tenía que venir a mi, por siempre y para siempre...no se ha ido, no se ha ido, no se ha ido...
Aprieta el abrazo, ambos lloran en el abrazo, al fin el cuerpo de Chronos se desploma en tierra, y los alaridos producidos por su dolor sacuden hasta el inframundo, uniéndose al alarido de Cerbero...
De la tierra suena una canción...Caronte entona una súplica por el alma de su muerta...tras siglos en silencio, hasta el propio Caronte está llenando de lágrimas con el cántico su barca...
La tejedora abraza con fuerza a Chronos, lo ata con su hilo de plata, quiere evitar a toda costa que vea la imagen de la escribiente tendida en la barca....
Su jardín de lirios acompaña a la que durante tanto tiempo vivió con ellos...todos lloran al unísono....ella misma está llorando ante la imagen, está muerta...es cierto que lo está.
Su marido vestido de gala acompaña a Caronte a cruzar el lago Estigia, que suave mece a la habitante de la barca...no lleva monedas en los ojos, su lirio negro ha querido que tan solo la acompañen él, su jardín y los nomeolvides que ella plantó.
-Chronos debes mirar para hacerlo real...
-No quiero, no quiero, no quiero, no quiero, no quiero....
Se convulsiona, se ahoga entre sus propios gemidos, un dios destruido, desolado, un dios roto incapaz de mirar la barca de Caronte...
-Por favor, amigo mío, hazlo, tienes que hacerlo...-su voz está rota por el dolor, por las lágrimas, su propio cuerpo no la sostienes, su propio hilo de plata la sostiene, a ella y al dios del tiempo-
-No, ella no está muerta, no lo está, no lo está, no está en la barca...
Caronte entona aquella canción:
"Es mi niña mimada,
mi niña adorada,
mi niña consentida,
es la mocosa de mi vida, la única mocosa que ha existido en el tiempo de la verdad...."
Esa letra hace que Chronos levante la mirada hacía el cortejo que surge del inframundo, es la canción que Caronte escribió a su escribiente el día que decidió que sería el hada del olvido....
Ve a Caronte llevando una barca mecida por el propio Estigia, a un lirio negro tan abatido que es gris...a Cerbero aullando con todas su cabezas, un Hades mirando al vacío con los puños apretados, y dentro de la barquita...
-No, no, no, no, no, no, no, no, no, no, no, no, no, no, no.....
Dentro de la barquita...Ella y su sempiterna sonrisa, ella y su tranquilidad, ella y el amor infinito que emana de su aura, ella y la paz infinita que transmite....Ella, sí, es ella, tan hermosa como el primer día que la conoció....falta el eco de su voz, su sonrisa, sus locuras....
-NOOOOO, NOOOOO, NOOOO
En la desesperación de la verdad, rompe los hilos que lo retenían, sus pupilas se vuelven a transformar en relojes de arena, y ante todos, se yergue el dios del tiempo en todo su esplendor, refulge cual trueno, su aura provoca desprendimientos del universo, como en el principio de los tiempos, se está transformando en el dios de la destrucción....ya no hay nada que lo ate a la humanidad, a su existencia....
El funeral sigue produciéndose en el inframundo, con su luto profundo, mientras la energía de Chronos se une a la furia de Hades y ambos dioses empiezan a destruir lo que una vez fue el planeta tierra...
Ni la aguja o el hilo de la tejedora consigue detener la furia de los dos hombres, porque ambos ahora, son hombres, vengando sus propios sentimientos de impotencia, de no haber podido protegerla...
En el momento de dirigir toda su furia hacia el cielo, el capazo morado se alza en el cielo, llamando la atención de ambos dioses, de su interior emana la energía de ella...la confusión de ambos por esa energía, detiene a los hombre-dioses....
En mitad de aquella furia incontrolada se abre el capazo y la bebé sonríe congelando a ambos dioses, la centelleante lágrima de su cuello es la última esencia de la escribiente....
Aquella sonrisa es idéntica a la de la escribiente, sus ojos grises, alegres, profundos....miran a la tejedora, que queda automáticamente flechada...mueve sus manitas y de ella cae un papel ....
Ambos hombres fijan los ojos en ese papel y leen al unísono: amor mío, mi mocoso consentido, lee esta carta a nuestra hija cuando cumpla 3 años...haz de ponerle un nombre amor mío, no me dio tiempo, pero siempre sabrás cual es el nombre adecuado...
Esta vez si ruge el cielo, el infierno, el inframundo, los artilugios de la tramposa, mientras la bebe ríe abiertamente porque al fin los mayores están jugando con ella...
-Mi hija tejedora, ha salvado a nuestra hija....voy a matarlo, lo sabes verdad?
-Sí...pero cuando ella sea mayor amigo mío, creo que tenemos que criar un bebé particular, me temo que nos dará mucho trabajo...
Cerbero se había acercado corriendo al capazo al sentir la lágrima, y todos vieron como el gran guardián del inframundo quedaba rendido ante la caricia de la manita de aquella bebé....
-Sí, a su debido momento, tejedora, a su debido momento, pero lo mataré...
Gime el viento llevando un sonido a todos los congregados alrededor del pequeño capazo: os amo....roza el sonido en cada uno de los oídos de aquellos que la también la amaban..."
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