jueves, 29 de octubre de 2020

MI ENFERMEDAD....




"Encadenada a tus anillos sigo cantando
el sortilegio que nos unió...
Atada a esta cadena que me recuerda
el momento exacto en el que nos unimos...

Esclava de las letras que anudan mi muñeca
siento el dolor de tu marca...
Cicatrices que señalan mi cuerpo
por el daño causado mutuamente...
Espejos que me hablan al mirarme
mujer ámame...
En estos momentos Perséfone entrégame..."

                              Perséfone 2.3


"Aquella mujer se observaba atentamente en el espejo de su casa, miraba las cicatrices de su cuerpo, una a una iba contando todas las heridas que supuestamente habían cerrado, que simplemente habían dejado aquella marca de las costuras curadas. Miraba el cambio en su rostro, las arrugas que parecía que nunca harían su aparición, aquel color de pelo que no tenía nada que ver con el original, incapaz de volver a su color natural a causa del recuerdo....era una estupidez, lo sabía, pero el mero hecho de mirarse con otro color de pelo, con aquellas cicatrices, con aquel colgante que jamás se había quitado, con aquellos anillos incapaces de salir de sus dedos, con aquel significativo talismán que ella necesitaba para no volverse loca, o mejor dicho, para no perder la cordura, loca estaba, lo había estado desde el mismo instante que lo conoció, su mente aún hoy era capaz de definir cada una de las personas, enseres, disposición, olor...todo lo que había aquel día se reunió para mirarlo por primera vez, bueno aunque eso no era totalmente cierto, más bien era para reencontrarse con su vida, con el momento exacto donde empezaría su desgracia...y al mismo tiempo el aire, desde entonces era incapaz de respirar.
Hoy daría lo que fuera por volver a verlo en cualquier sitio, no era necesario que fuera el mismo de siempre, lo único que necesitaba era verlo una última vez, antes de irse, antes de ahogarse, antes de...ni siquiera sabía que era esa desesperación que tenía en el pecho, esa necesidad apremiante de volver a verlo, de olerlo, de constatar que también su cuerpo había cambiado, sus ojos habían dejado de brillar, sus pulmones eran capaces de respirar, y sus dedos, aquellos largos y dulces dedos eran capaces de atenuar la sensación de que se ahogaba...todos los cambios producidos en su cuerpo eran insignificantes con los causado en su alma, en su forma de sentir, de amar, de creer, poco a poco había desaparecido dejando lugar a un ser irreconocible, no sólo por los cambios exteriores, sino que era incapaz de llamarse dentro de sí misma y encontrarse.
Nadie que la hubiera conocido en aquel tiempo pudiera pensar que hoy estaba sujeta a una mentira, a un engaño, a un espejismo del que no quería salir, incapaz de moverse, sin fuerzas, y atada a los recuerdos del pasado, a esos recuerdos que le daban la vida o la muerte. Se había convertido en una mujer patética, insensible al amor real que le retribuían, incapaz de dar lo que en un tiempo dio, incapaz de volver a ser buena persona, a sacrificarse, ahora sólo era un ente independiente, egoísta, cansado, simplemente había dejado de ser un ser humano, sus sentimientos habían quedado colgados de aquellos días, y aunque había intentado vivir en otra vida, en otro cuerpo, en otra boca, no había resultado efectivo, porque lo único que no había cambiado nunca a lo largo de los años era que nunca la habían amado.
Eso era lo que reconocía delante del espejo, que no había valido de nada los sacrificios, los silencios, guardar secretos, guardar mentiras, incluso decirlas, no , no había servido de nada, porque no la habían retribuido en ningún momento de la vida.
Hasta el nexo más sagrado, el que existe entre padres e hijos había sido arrancado, había desaparecido, no sabía bien si por la frialdad que había ido adquiriendo por los años, o sencillamente porque había nacido para no ser amada por nada ni por nadie.
Todo lo que había amado en su vida había desaparecido, y ni siquiera exageraba, era una verdad irremediable y absoluta, por eso ver aquella cara en el espejo, era no verse  así misma, era intentar buscar la persona que un día fue, aquella risueña, que siempre estaba, que podía guardar silencio durante horas mientras lo miraba, que lloraba cuando iba a dormir, que lloraba porque sentía dolor...ahora lo de llorar era...complicado cuánto menos.
El espejo se había convertido en su enemigo aquel día, y al mismo tiempo en su amigo, porque su mente asumía los cambios, y empezaba a recordar, a sentir, su olfato le traía ese olor tan característico que creía olvidado...ese olor a él, a la felicidad del instante, recordando, en eso se había convertido, en un recuerdo constante, intentando alcanzar ese sabor de labios que tanto echaba de menos...
No se había curado, no había sabido hacerlo, simplemente había encontrado la paz en algún momento para seguir, pero no podía curarse de "esa enfermedad" que era él; no podía definirlo de otra forma, desde los 13 años estaba enferma sin remedio, sin ningún tratamiento para aliviar esa desazón constante.
Sabía que todos aquellos pensamientos frente al espejo eran patéticos, y aún más las lágrimas que corrían por sus mejillas, sentía pena de sí misma, de no haber visto lo que todo el mundo veía excepto ella. Para ella era perfecto, mirarlo y se paralizaba el mundo, sentirlo respirar a su lado y era la vida, sentir sus brazos alrededor de la cintura era la felicidad plena...
Tenía que acabar de vestirse, porque todos aquellos absurdos tenían un motivo, uno real, no imaginario, iba a verlo después de....ni siquiera sabía la cifra exacta de cuánto tiempo, o mejor dicho, quería mentir a su mente, para no resultar más patética aún, y ni siquiera se decidía...porque su mente pensaba en lo que le gustaba cuando eran niños...y ahora?...era cierto, no sabía sus gustos de ahora, ni él los suyos, eran dos extraños. No había otra palabra para definir la situación dos extraños que se iban a reencontrar en una situación circunstancial, porque alguien en común, sin que lo supiera los volvía a reunir. Aparte de no decidirse porqué ponerse su mente la atormentaba con aquellos maravillosos recuerdos, pero también con otros no tan buenos...y por momentos se paralizaba y dejaba de respirar, y sí no podía respirar cuando lo viera? y si tenía la necesidad imperiosa de salir corriendo? y si....eran demasiadas preguntas para unas piernas que apenas la sostenían...
Hacía un día de sol espléndido, cálido sin llegar a ser sofocante, con algunas nubes blancas dibujando el cielo, y allí iba, había decidido ir andando al final, no se fiaba de sus habilidades para conducir en el estado emocional que se encontraba, tampoco era seguro caminar pero...
-Deberías tener más emoción
Aquella voz la despertó de sus pensamientos, giró y vio a su lado a su gran amigo de todos aquellos años, siempre fiel, quizás era el único que podría acercarse a saber cómo se sentía.
-Soy muy emotiva, ya lo sabes.-su media sonrisa decía lo contrario-.
-Ummm si tú lo dices....te pregunto cómo te encuentras o eso empeoraría tu estabilidad?
-Puedes preguntarme, pero responderte...ni yo misma sabría darte una respuesta exacta-se encoge de hombros-.
-Estaré todo el tiempo si necesitas algo solo tienes que coger mi mano y tirar de ella, eso al menos lo sabes verdad?
-Sí es lo único cierto que tengo y te lo agradezco-ahora su sonrisa era plena.-
Ambos guardan silencio mientras llegan al castillo donde se celebraría el evento.
Se miran antes de atravesar la puerta principal y entregar las invitaciones, ella inspira fuertemente y retiene el aire...él sonríe y le entrega las invitaciones al "pingüino" de la entrada. Le señala el sitio al que tienen que dirigirse y ambos vuelven a mirarse, él le ofrece la mano y ella la acepta.
Antes de que se den cuenta están rodeados por una multitud de personas, saludos, besos, abrazos, preguntas...hasta que...
Daba igual que hubiera pasado un siglo o dos, el tiempo volvió a paralizarse cuando se encontraron sus miradas, como la primera vez, daba igual los cambios externos, era como si volvieran a verse aquel día, había dejado de existir todo y todos, fijos los ojos uno en el otro...el ruido de fondo ya no existía, excepto el martillear del corazón en su cabeza, la respiración pausada, los pies moviéndose sin darse cuenta...Dos besos cerca de los labios, con las cabezas en sincronía, una bajando, la otra subiendo, para aspirar el aroma de la piel, ese inconfundible para los dos. Un ligero temblor en los dedos al tocarse, con miedo a que no fuera real, ya daba igual todo "su enfermedad" había vuelto con toda la fuerza del primer día...estaba perdida, lo sabía.
-Hola canija-cómo aquella vez-
-Hola....-su sonrisa-
-Hacía tiempo que no nos veíamos, verdad?
-Sí, un poco.
-He de reconocer que te trató mejor el tiempo a ti que a mi, fíjate, ni siquiera sé cómo me  has reconocido.
-Gracias-ese tono educacional que tanto odiaba-pero no estás tan mal, sino no te hubiera conocido, no crees?-una sonrisa que podría pasar por real pero que le ahogaba el pecho-
De repente el ruido interrumpe cualquier conversación, se acercaba el coche de caballos con los invitados que lo habían reunido allí, ambos levantan la cabeza para mirarlos y sonríen de verdad, pero entre todo un niño corriendo detiene su mundo.
-Papá, papá, mira has visto los caballos??? así será el que me compres??
Se gira y se encuentra con un jovenzuelo que podría ser una copia de él cuando lo conoció y su vida se desordena, se hunde, mantener la apariencia es casi imposible, pero ahí sigue fijamente mirándolos alternativamente...
-Bueno si te gustan esos, intentaremos que se le parezca-él sonríe como antiguamente y la luz se hace- 
El joven tira de la manga de su padre y le pregunta:
-Quién es ella papá?
-Ahh ven te la presento, es una vieja amiga, hacía muchísimo tiempo que no la veía...
Hace las presentaciones, y ella besa al joven con el corazón casi paralizado, su cuerpo rígido, estaba entrando en schock sin que nadie se diera cuenta...bueno nadie no....
-Una mano que coge la suya y la saca de allí.
-Respira, despacio, inténtalo, una, dos...respira....
No sabía quién le decía respira... a qué se refería? quién se lo decía? miraba sin ver...
No sabía cuanto tiempo después comenzó a ver a quién estaba a su lado.
-Lo siento, alguien ha visto lo patética que soy?-una sonrisa de esas indescifrables en ella-
-No eres patética, no vuelvas a repetir eso, de acuerdo? y no, nadie vio nada, había mucho jaleo, y creo que deberíamos ir dentro o sí te echaran de menos sobre todo porque tú eres quién va a hablar en la ceremonia, recuerdas?
-Sí, sí...es cierto, espero no llegar tarde.-aquella sonrisa otra vez dentro de una tristeza absoluta-
Le aprieta la mano y le va diciendo al oído como se camina: primero un pie, eso es, ahora el otro....
Se adentran en el salón, finge que es la amiga perfecta, cumple su cometido a la perfección, un discurso que hace llorar a todos y después se esfuma por un lateral, ya no podía más, al parecer tenía un límite; no era una piedra-una sonrisa amarga la sorprende-
Se había refugiado bajo una mimosa, su árbol favorito, se había recostado contra el tronco y empezaba a sentir la paz de aquel maravilloso ser vivo, tanto era así que por fin aquella patética mujer empezó a llorar con alaridos incontrolados.
-Canija...
Su mundo ante ella, su destrozado mundo, su inexistente mundo, su mundo imaginario, su mundo infernal.
No puede hablar, de hecho no puede dejar de llorar, llevaba tantísimos años conteniéndose que ya no podía parar....
-Lo siento, no era mi intención hacerte daño, nunca quise hacerte daño, sé que lo hice, y te puedo garantizar que a mi también. He preferido mantenerme lejos de ti porque no soporto tenerte cerca y que no seas mía, y sí, sé que es ilógico lo que digo, porque fui yo quién me fui, porque fui yo quién te hizo daño, porque fui yo el cobarde y porque soy yo el que tiene una familia y tú nada.
Sigue llorando con hipidos, con gritos, sin mesura, su alma desgarrada ya no puede más y le espeta:
-Por qué? por qué te fuiste así? por qué no me dijiste nada?? por qué? por qué? era tan difícil decirme: me voy??? solo necesitaba una maldita respuesta pero fuiste un egoísta y te fuiste sin decirme nada, me dejaste hundida, con esta maldita enfermedad que eres tú, que me destroza todos los días de mi vida mientras tú vives, Por qué???maldita sea, por qué????
-Porque soy un cobarde...así de sencillo, es cierto soy un maldito egoísta, pero no vivo, yo tampoco vivo, yo también quedé allí, en tu cama, en tu cuerpo, en tu olor, en tu sabor, pero mi estupidez, ya lo has visto, aunque yo me destrozara, tenía que cumplir no podía dejarlo solo...sé que tú me querías pero nunca imagine cuánto hasta hoy...no puedo pedirte perdón porque no lo merezco, pero preferí pensar que serías feliz en algún momento, porque yo no merezco ni un solo pensamiento tuyo.
El llanto era lo único que se escuchaba en aquel lugar.
-Deberías irte-la voz de aquel hombre lo desconcierta- Es tu especialidad no? Pues vuelve a hacerlo, y no vuelvas, ya tiene la respuesta que quería, déjala en paz. 
Lo aparta de un empujón y se acerca a ella, y vuelve a verla como el día que la conoció, sin razón, loca, ida, destrozada, sin lucidez...La coge en brazos y se la lleva de allí susurrándole al oído: respira, un dos...eso es...respira...un, dos...respira...
Aunque ella no lo escucha ni le hace caso, sigue perdida en su enfermedad, en aquel mundo, su mente se ha evadido para soportar el dolor otra vez."

-He de reconocer tejedora que la puesta en escena ha sido sublime...
-Era un intento para que ella recordara, he sacado ese momento de su lágrima...y no soy capaz de ponérselo, lo veo una y otra vez y vivo en carne propia su "enfermedad".
-Yo...siempre he sido yo, a lo largo del tiempo siempre la he destrozado, de humano, de Dios, de amante...soy un fraude tramposa, te lo he dicho muchas veces, déjala así, es la única forma de que sea feliz.
-No estoy de acuerdo contigo, sus ojos no tienen alma, da igual que ría, que corra con los niños, que cante, que el lirio la acompañe como hace siempre, falta su esencia, falta "su enfermedad", aunque sea irónico, es lo que la completa, lo que le da su identidad.
-Su identidad...estás diciendo que su identidad es el daño que yo le causo?
-No, digo que su identidad son sus recuerdos, sus sentimientos, el dolor del pecho, los ojos inundados de pasado...su identidad es el inmenso amor que siente por ti, porque sin ese amor no habría sido capaz de vivir todos los siglos que te ha acompañado, da igual que le duela, sin ese dolor no es la persona que estaba y está destinada a ser, Ni siquiera eso ves?
-Ver...prefiero no ver eso, llámame egoísta otra vez, pero por una vez quiero que siga así, volver a escucharla gritar de dolor no es lo que quiero para ella, eso al menos lo sabes no?
-Sí, claro que lo sé...por eso no he hecho extensivo su recuerdo, la veo jugar con los niños y ...
-Sí quizás es mejor dejar así que no recuerde, que se olvide de "su enfermedad". Déjalo así tramposa, si está destinada a volver a mi, lo hará, sino está bien así, yo merezco también echarla de menos tanto como ella lo hace conmigo.
-Quieres enfermarte como ella?-sonríe la tramposa, un hecho para la posteridad-
-Yo soy otro enfermo, me ha costado vidas, siglos, pero reconozco que tengo la misma enfermedad que ella.
A lo lejos en mitad de un hermoso campo de margaritas y lirios juegan dos pequeños bebes, una mujer descalza y a su lado esa sombra negra que no la deja...."


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