“Tú crees qué podremos
entendernos algún día?
En eso mismo pensaba en ese
instante, dejándose llevar por las sensaciones que esas palabras producían en
su ánimo, en su alma, y sus pensamientos volaban a los recuerdos que la
atenazaban, esas imágenes que poco a
poco iban dejando de existir en su cabeza, y de golpe traídas por algún hada
mágica surgían para golpearla una vez más, para decirle porqué estaba así, o
porqué de repente había recordado esas palabras y la persona que las había
dicho, y su alma se iba desangelando, estaba teniendo tanto frío, que hasta los
latidos de su corazón se iban parando, acompasando, helando hasta al punto de
dejar de sentir, no tenía que llorar , no había motivo para ello, en algún
momento acabaría la pesadilla y todo se haría realidad, en algún momento
debería poder abrazar ese sueño que iba a quitarle la vida, se iría la soledad,
y de repente el frío se iría…
“Crees qué podrás darme alas?”
Esa pregunta en su cabeza
explota, la hace destruirse, es un huracán que
la envuelve y se adhiere a su piel, sintiendo que la muerte llama a su
puerta antes de tiempo, sintiendo que algo se le va, que se va deshaciendo de
cualquier atisbo de piel que pudiera quedar en ella, o en su alma, y al cerrar
los ojos, llega ese olor, inimitable, sabe qué es, lo conoce tan bien, jamás
podrá olvidarlo, ese que tanto ansió y ahora se hace presente, al fin llega el
silencio, todo se oscurece, empieza a sentir nuevamente ese frío que la agota,
no puede apenas ni pensar con claridad, por eso que esas frases de repente
asalten su mente la están volviendo loca, esos recuerdos están acabando con
ella…
“una vez más, dime, por qué me
abandonaste?”
Eso es lo que más la atormenta,
la sensación de vacio, de abandono que siente es lo peor en este tiempo, sigue
sintiendo que no quiere estar con ella, que sus defectos han hecho que se aleje
irremediablemente de su vida, y no ve la salida, necesita que vuelva a su vida,
que vuelva a sonreírle, hace demasiado tiempo que no sueña en sus ojos, que no
siente sus manos, ni la desnudez de su alma, demasiado tiempo que está enfadada
con la vida, molesta, con todo el mundo, y sabe que ella a veces se fue, sin
dejarle opciones a nada más que aquello que ahora tiene, intentar hacer feliz a
todo el mundo, a veces no es fácil, no, mejor dicho, nunca es fácil y la
mayoría de las veces tiene un precio demasiado alto, quizás la locura, como
ella ahora, loca andaba, no sabía como solucionar todo el embrollo en el que
andaba metida, solo sabía que lo necesitaba a él en su vida, de vuelta y todo
estaría solucionado, estaba volviendo a abrir el camino, porque él era todo lo
que siempre había necesitado, el amor, el amor, no estaba hecho para ella…
“yo sé qué puedes amar como nadie
lo haya hecho”
Golpea sus oídos con fuerza esa
aseveración, solamente un loco podría aseverar lo que él dijo, y además
pensarlo, creerlo con tanta fuerza que hiciera real sus palabras…sin embargo la
verdad era otra bien distinta, ella no sabía amar, acaso callar, dedicar
locuras, de vez en cuando volar en millones de fantasía, reír hasta que las
mandíbulas desencajaran sus dientes, ocultar el dolor, fingir ser lo que no era
para proteger, para no dañar, quedarse noches enteras cuidando a quien lo
necesitara, incluso sabia escuchar, de vez en cuando responder, quizás alguna
vez llorar en el silencio de la compañía, pero amar…eso era imposible que ella
lo hiciera, dolía demasiado dedicarse a alguien por completo, vaciarse en su
alma, no dejarlo ir, protegerlo con su vida, con su alma, si hacia falta,
entregar una vida insulsa para dar felicidad a otra persona, dejar inerte un
cuerpo que a lo mejor solo servía para molestar a alguien a lo sumo, pero
amar…cómo alguien podía haber dicho eso? Y lo más curioso de todo, por qué
creía que eso era cierto? Cuándo ella había sabido amar?...ni tan siquiera
ahora era capaz de explicar que lo echaba de menos, pero que no iba a
interrumpir su vida para explicarle que ella…ella….
“Mírame…no te quedes en silencio,
dime lo que estás sintiendo”
Sentir? Alguna vez había sido
capaz de decirle lo que sentía, lo que estaba sintiendo? No, ella tampoco
sentía, o mejor dicho, no era capaz de explicarle lo que la estaba quemando por
dentro, corroyendo las entrañas, acabando con cualquier rastro de cordura que
pudiera haber tenido, eso también se había ido, ahora mismo su mente
irracional, volvía al silencio, su cabeza inclinada ocultaba esos extraños
ojos, ocultos tras sus cabellos, también ocultaban esos pequeños surcos
brillantes que bajaban por sus mejillas, rielando de una forma cruel el dolor
que intentaba ocultar tras esa mascara, una vez más había recurrido a ocultar
todo lo que a él lo dañaba…nunca había sabido amar, es lo único que sabia, ella
no sabía amar…
“Pareces una mentira…tú, tú no
pareces real…”
Era cierto eso, era una mentira
ella, apenas si se sostenía de pie, era incapaz de pensar con racionalidad, no
había nada en su mente que ocupara un lugar capaz de pensar con claridad, ni
siquiera su corazón se mantenía al ritmo que debía, iba descompasado, sin
caminar apenas, en ese lento bombear que paralizaba su alma, una mentira, esas
palabras se las dijo sonriendo, acariciando despacio su cabello, haciendo esos
peculiares nuditos que él se ocupaba de hacer desde que eran niños, y ese fuego
iba quemándola hasta el punto de consumirla…su cabeza volvía a bajar una vez
más en el inútil intento de ocultar esas pequeñas gotas de agüita que caían de
sus entrecerrados párpados, sus hombros comienzan a agitarse casi
imperceptiblemente , solo visible para él, que con ese lento pesar del tiempo a
sus espaldas, arrastra sus pies, agita levemente su mano para posarla con
delicadeza sobre aquellos hombros que se convulsionan ahora con fuerza, sobre
aquella cabeza que está totalmente oculta entre sus piernas, entre su cabello…
“shh no pasa nada, tranquila…”
Esas fueron sus últimas palabras,
al igual que ahora siente como si estuviera cerca, como si hubiera llegado,
como si su mano la estuviera acariciando, como si nunca se hubiera ido de su
lado, como si volviera a deslizarse por su cuello en ese lento vaivén de poseer
su alma, y sus sollozos se vuelven más incontrolables, al punto de balbucear
palabras, unas tras otras, despacio, arrancándole ese peso al alma, sin ganas
de gritar, simplemente hablando con aquel que se fue…y que ahora parece que la
está envolviendo en su tierno abrazo, que la quema, la consume, la vuelve al
lugar de donde nunca debió salir, y sus palabras surcan el aire: no me dejes,
no vuelvas a irte nunca más, por favor, vuelve, te necesito, vuelve a mi ,
ayúdame a volver al camino, por última vez dame una oportunidad, ilumina mi
decisión, deshazte de todo el mal que me rodea, vuelve a colocarte en mi
cuello, y hazme olvidar lo que siento…
“un día volveré, o no, tal
vez…quizás solo tienes que mirar”
Y lo hace como nunca, eleva la
vista al cielo, y deja ver por primera vez sus ojos, esos que cambiantes a la
luz, no se distingue bien su color, tan sólo que el ámbar los baña, los protege
y se siguen deslizando por sus mejillas millones de partículas de agua…no es la
definición científica, pero…ella sigue estando bañada por esas lágrimas que
entre sol y nubes la van guiando al camino que creía perdido, y ahí están los
dos, frente a frente, perdidos del tiempo, abandonados del espacio, en ese
universo infinito donde siempre se encontraron…
Frente a frente, ambos se van
acercando despacio, sus manos tiemblan al intentar alcanzarse, sus ojos fijos
unos en los otros, sus pies desnudos dejando esas huellas peculiares sobre el
limbo, como si ambos fueran aire, alma, tan sólo alma…y al llegar junto al
otro, ese olor impregna el ambiente, sus cálidos ojos se entrecierran por miedo
a que vea sus errores, y él como siempre, le dice: mujer mírame, nunca dejes de
hacerlo…ella obedece, imposible negarse a esas palabras, al tono de voz con el
que han sido pronunciadas, tan dulce, tan llenas de amor, él, siempre es así,
no puede haber otro, ante este pensamiento, él sonríe, y comienza su lento
vaivén de ir cogiendo su pelo desde la cintura hasta su cuello, dejando en todo
su cuerpo ese aroma inolvidable en el tiempo, esa sensación de que ya todo está
terminado, porque él, solamente él puede recuperarla…y se queda con esa media
sonrisa, con esos ojos ámbar, apenas si le quedan lágrimas, cuando musita: no
te vayas…
Nunca se fue, simplemente ella lo
había olvidado, como tantas otras cosas, su despiste sigue haciendo estragos en
su vida, en su dolor, hasta en la forma de caminar por la vida, porque él,
jamás la deja, jamás la olvida…despacio la abraza, le susurra al oído esas
palabras que tan solo ella conoce, la va elevando junto a él, hasta cargarla en
sus brazos, la deja ir cerrando los ojos, durmiendo mientras le canta
dulcemente: he venido a recogerte, mi amada…mi dulce niña, de tierna mirada…
Mientras su alma vaga con aquel
que vino a buscarla, en tierra su cuerpo deja de temblar, su cabeza cae despacio sobre la tierra, ya no
hay lágrimas…alrededor las flores se cierran y el viento calla, tan sólo un
leve lamento se escucha a lo lejos…¿quién ha roto su alma?...
No hay comentarios:
Publicar un comentario