jueves, 17 de octubre de 2013

MANUAL DE LOS SENTIMIENTOS...

 
La culpa iba consumiendo todo lo que tocaba, el corazón apenas se escuchaba en el espacio reducido donde se sostenía, en aquella urna de cristal hecho especialmente para contenerlo, había abandonado el cuerpo, ella no queria aquel órgano, así que se había deshecho de él, guardandolo en aquel sitio, y solo iba a visitarlo de vez en cuando, cuando necesitaba recuperar sangre, como en este instante, y se sentaba alli a admirar algo que era suyo, que hasta hacía poco había estado inscrustado en su pecho, que había bombeado su sangre, que incluso, debía haber tenido sentimientos, si es que existían, suponía que sí, que habían existido por eso lo había, por eso lo había arrancado del pecho, como en una película de ciencia ficción, ahora reposaba en aquella cajita transparente, artificialmente viviendo, mientras su cuerpo se mantenía vivo por impulsos eléctricos, puede que el mundo la tachara de loca y de más cosas, probablemente lo estaba, venir a ver su corazón bombear en aquella urna de cristal la hacía volver a la realidad, lo veía rojo, lleno de vida, lo escuchaba, música celestial para muchos, para ella, su significado era extraño, al igual que el gesto de echarse la mano en el pecho para sentir dolor, ella no lo hacía, no sentia dolor, era inmune al dolor humano, tantas veces vivido, tantas escenas contempladas, y ese corazón, en ese lugar le daba la paz que necesitaba, era la única forma que había encontrado de tener paz absoluta, el resto de los días, simplemente eran una rutina, nada que alterara su ser.

Después de verlo, aquella noche, volvió a su casa, vacía, como siempre, a oscuras, en total silencio, la única vida que se observaba eran la de aquellas estanterias repletas de libros desde el suelo al techo, era lo único que conferia algo de vida a la casa, el resto, una mesa, una cocina, una cama al lado de un grandisimo ventanal, sí, ese lugar también tenia vida, al menos se veía el exterior, el cielo, las estrellas, la luna, un lago a su lado, enormes árboles, un paisaje maravilloso...sin embargo ella ni siquiera lo observaba, ni miraba hacia esos ventanales, estaba allí en el suelo frío de piedra, absorta leyendo algo..."Manual de los Sentimientos". Ilógico titulo para un libro, ilógico por todo lo que ello conllevaba, estudiaba sentimientos para interpretarlos a lo largo del día: agradecimiento, humanidad, caridad, consuelo, amistad, etc...lo ilógico era estudiar algo que solo podía sentirse, para interpretar algo que solo podía sentirse, pero ella ya no tenía corazón... ilógico sí, pensar que los sentimientos residian en el corazón que había arrancado de su pecho, al arrancarlo y guardarlo en aquella urna se había deshecho de todo lo que suponía sentir, asi que había que estudiarlo, teatrerizarlo, fingirlo...porque ella NO TENIA CORAZÓN!!!.

Aquella mañana como todas había salido al mercado a comprarle a la pequeña niñita rubia todas sus frutas, a llevarle la comida, ayudarla a vestirse, acompañarla a visitar a su abuela a la residencia, después de dejar a la niña con su abuela, se ocupaba de pagar la factura, más tarde se dirigia al hospital donde prestaba ayuda como cooperante, asistia a enfermos deshauciados, les dibujaba preciosos paisajes, les ponia música, hasta hacia las veces de payaso por sacarles una sonrisa, llegando a la noche se dirigia al albergue a ayudar con la cena, la preparaba, la repartia, se ocupaba de repartir mantas para todos, revisaba las camas, les dejaba en las mesitas un vaso de leche con algún dulce para la medianoche, y volvía a casa, sola como de costumbre, tenía que volver a estudiar para fingir todos los días esos sentimientos, como aquellas lágrimas furtivas que justo iban cayendo camino a casa, en su soledad, eso también lo había aprendido en aquel manual...sí, ella tenía que estudiar corazón, esa asignatura la tenía pendiente, porque ella no tenía corazón.

Aquella noche estaba siendo diferente por muchos motivos, el primero que la luna no había salido a acompañarla, el segundo era aquel sonido, aquel pequeño gruñido que se escuchaba a lo lejos, sin saber porqué sus pasos iban dirigiéndose al lugar de donde provenía aquel ruidito, casi sin darse cuenta, estaba allí, al lado de su corazón, porque ese gruñidito provenia de allí, para su sorpresa vio a aquel cachorrito acurrucado alrededor de su corazón, un cachorro totalmente blanco con unos ojos grises enormes, que la miraban fijamente a ella...se arrodillo a su lado, lentamente fue acariciando al pequeño animal hasta que sus gruñidos fueron disminuyendo, sus colmillos se fueron escondiendo al ritmo de su corazón, lentamente fue entrando en un pequeño sopor, ella lo cogió en sus brazos, sabía que tenía hambre, debía llevarlo con ella a casa, no tenía mucha comida, pero algo debía servirle para él, no sabía porqué había supuesto que era él, pero así había sido.

El cachorro se agitaba en sus brazos al entrar en la casa, abrió nuevamente sus enormes ojos grises fijos en ella, y sin que ella fuera consciente, el animal saco su pequeña lengüita y la beso en la mejilla, dejándola húmeda, automáticamente acerco su mano al lugar donde el cachorro la habia lamido...lo bajo en el suelo, y le puso en un plato un poco de paté y mortadela, en el cuenco de cereales le puso agua y acerco uno de sus jerseys para hacerle una cama, se quedaría allí, suponía, dónde iba a ir? ya vendrían a buscarlo, sus dueños irían a buscarlo, porque era un cachorro precioso, y no lo dejarían abandonado, eso no se hacía, lo decía aquel manual que estudiaba todos los días....

La primera noche que dormía acompañada, fue extraño, al levantarse, el cachorro estaba correteando por sus libros esparcidos por el suelo, las orejitas levantadas y sus enormes ojos volvían a mirarla, parece que queria salir, volvió a darle comida abrió la puerta y espero la reacción del cachorro, que la siguió hasta el pueblo, al verlo la niña salió corriendo hacia él, jugueteando y diciendole que su perrito era precioso

-Cómo se llama?-preguntó la niña-

Ni siquiera había pensado ponerle nombre, debería hacerlo? sino sabía si era suyo...pero de sus labios salió una palabra: Nismah.

-Me gusta -dijo la niña saltando alrededor del perro.

Juntos los tres iniciaron el dia hacia la residencia. El día fue como todos, excepto por la presencia de Nismah, aquel animal siempre la miraba con aquellos enormes grises, y a pesar de lo pequeño que era no habia desfallecido en todo el dia, la noche cercana tampoco parecía hacerlo desistir de sus saltos, como aquellos ojos que no dejaban de mirarla. Había pasado más de tres meses desde que Nismah había llegado a su vida, en ese tiempo todo el mundo en el pueblo lo había adorado, cuidado y él mismo anunciaba su presencia levantando un alboroto en el pueblo, sí, había leido ese sentimiento: alegría...aquel cachorro precioso llevaba alegría a todos los lugares donde iba.

Pero esa noche estaba muy cansada, después de bañar y dejar dormido a Nismah, se dirigió al sitio donde estaba su corazón, necesitaba mudar sangre, porque de repente estaba agotada, allí estaba pero increiblemente la urna no estaba. Dónde había ido? qué haría ahora? cómo recuperar la sangre perdida?, ese sentimiento también lo había leido, se llamaba miedo...y por primera vez en toda su vida sonrió, se sentó en el lugar donde estaba su corazón, reposó su cabeza contra la pared, cerro los ojos y dejó que el cansancio la fuera venciendo....en su mente las imagénes se van repitiendo Nismah corriendo alrededor de sus libros, con el hocico metido en la tarta de su primer cumplemes, jugando con la pequeña niña rubia, con la abuela, que ya estaba en casa, habían vuelto los padres de la pequeña también, el hospital casi estaba desierto desde que Nismah iba con ella, los pacientes habían mejorado y algunos se habían curado totalmente, al igual había revolucionado el albergue, hasta ahora no era consciente, pero Nismah había llevado alegría a todos los sitios, cuando despertara mañana y ella no estuviera, él seguiría repartiendo alegría, nunca se paró a pensar porqué había aparecido al lado de su corazón acristalado, y porqué se había quedado con ella tanto tiempo, si ella era incapaz de sentir...sus ojos lentamente se entrecierran, dejando caer a través de sus pestañas gruesas lágrimas....última mirada aquella noche, su última imagen, como no podría ser de otra forma, aquellos enormes grises, su respiración se suaviza hasta dejar de existir....a su lado sin que ella sepa está Nismah, mirandola de verdad, su desgarrador aullido levanta a todo el pueblo, que se persona rápidamente para encontrar a aquella extraña mujer junto a una urna de cristal vacío y a Nismah....

El funeral multitudinario, sólo se echó en falta al pequeño cachorrillo, por mucho que buscaran por todo el pueblo, por la casa, por el bosque...no aparecia, en la casa de ella, solo encontraron un libro, titulado: Manual de los Sentimientos, al abrirlo, la sorpresa fue para todos igual, en su interior no habían palabras, ni una sola, era un libro en blanco...

Despacio abrió los ojos para encontrarse con aquellos enormes grises que la miraban.

-Pensé que había muerto Nismah, pero estamos aquí, me ayudas a llegar a casa?

El cachorrito se pega a ella, y como aquella primera vez él acerca su lengüita a su mejilla mojada, ella vuelve a sonreir, hasta darse cuenta que no está en casa, su pensamiento: me duele el pecho, se lleva la mano, y Nismah con su hociquito la acaricia justo donde le duele separa la camisa para que vea lo que le duele, dentro su corazón...su mente vaga un segundo para decirle que significa el nombre de Nismah: alma...justo al decirlo se funde con su corazón y ambos desaparecen juntos al mundo de los no vivos...

1 comentario:

  1. jooooooooooooooooo qué bonitoooooooooooo!!! ainsssssss pensé en Mojtito en todo momento.
    Graciñas por otro cuento tan especial!!!! muuuuuuuuuaaacc

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