Donde los sueños tienen cabida siempre, acá donde el alma nace, se reproduce, crece, y de vez en cuando muere, siempre en las alas del amor que te da el alma, sencillamente viviremos los sueños...
lunes, 9 de enero de 2017
ENCUENTRO FORTUITO...
"Pude respirarte aún estando lejos....
Aquella frase retumbaba en su cabeza, era exactamente lo que había ocurrido aquella mañana, acababa de comprenderlo al escuchar esa frase por casualidad en la radio, todo el tiempo invertido en olvidar aquel amor no había servido para nada, porque no había olvidado ni siquiera su olor, era lo primero que había llegado a su cerebro, un olor particular que le traía recuerdos de un pasado que no era capaz de superar por más que se hubiera empeñado a lo largo de tantos años.
La separación física no había conseguido borrar los sentimientos que al más leve indicio hacía saltar todos y cada uno de sus recuerdos de aquellos malditos días, o maravillosos días, aún no tenía claro como definirlos, ese era el inmenso problema, que ni siquiera después de tantos años se ponía de acuerdo en definir si eran malditos o benditos los días vividos juntos.
Tampoco era capaz de ponerle nombre, eso es algo que ocultaba incluso para él mismo, también callaba el nombre de aquella que había ocupado cada espacio de su corazón, de su cuerpo, de su mente y de sus días.
Nadie hubiera pensado que era ella la que ocupaba su alma, porque nunca lo habían visto con nadie, él era simplemente un incorregible soltero en busca de fiestas, sin embargo su verdad era muy distinta, a pesar de haberla apartado de su vida, él solo recordaba su sonrisa, su forma de mirarlo, aquella forma de llamarlo en mitad de la noche porque tenía miedo, o los maravillosos días de juegos, risas, de andar escondiéndose para que nadie supiera que estaban juntos, él también había decidido que aquello era lo mejor, y ella lo cumplió hasta el último día, hasta el último segundo, hasta el último beso...
Aquel día...
"Ambos llorando frente a frente, reconociendo la verdad..."
Era la frase que sonaba en la radio nuevamente, como un bucle de su vida, de su pensamiento, de su sentimiento, de ese corazón que una y otra vez volvía al sitio donde no salió.
Sus juegos en la playa, rodeados de personas, ellos ajenos, parecían cualquier cosa menos una pareja, sin embargo, él no le quitaba los ojos de encima, mientras ella jugaba y se dejaba mecer por las olas, mientras gritaba con las ahogadillas, no...tampoco olvidaba aquellos momentos, ni la vida en sus ojos al encontrarse con los de él que desde lejos la observaba discretamente...
"Los dos cada uno por su cuenta..."
Definitivamente la radio era su aliado peor en el día de hoy, esas canciones, esas frases que se colaban en su cerebro mientras los recuerdos desfilaban uno a uno por su alma, hoy no sabía porqué estaban desfilando por su alma, o quizás había sido por aquel olor...
Jazmines...había olido a jazmín como el primer día, cuando se había tropezado con ella en mitad de la calle, lo primero que acudió a su mente fue ese olor aún siendo invierno cerrado, lo segundo, sus ojos y su espléndida sonrisa al pedirle perdón y salir corriendo.
No imaginó que aquel día sería el fin de sus días...fue el día que dejó de correr tras cualquier falda sin sentido alguno, buscaba una y otra vez algo que le recordara aquel encuentro fortuito en mitad de la calle, sabía que era ilógico sin embargo así pasaron unos cuantos meses, de falda en falda que le recordara a algo parecido a aquel encuentro, sin embargo aunque había olido a jazmines otras veces jamás como el olor que desprendía ella.
Aquella noche que su amigo le había presentado al objeto de su obsesión de hacía meses no podía creérselo, allí estaba de pie, con aquel olor sólo y exclusivamente de ella, con aquella sonrisa peculiar que anidaba en sus ojos...escuchó su voz al presentarse y reconocerlo.
Lo pilló desprevenido el hecho de que lo reconociera y volviera a pedirle perdón, así de forma tan natural, sin pretender nada, sin querer llevarlo a su terreno como hacían las demás, no, ella era tan diferente...tan espontanea, tan real, tan ella.
Aún hoy seguía siendo ella, quizás ese fue siempre el problema, que tenía personalidad propia aún en el silencio, en la aparente aceptación de todo lo que él exigía, aún en los momentos en que él la echaba de su vida y ella accedía, aún en esos momentos ella seguía teniendo personalidad propia, aunque él no se había dado cuenta...
Ojalá pudiera volver al día de su despedida, a poder decirle que no había dejado de amarla en ningún momento, a pesar de su estupidez aparente, a pesar de haberle dicho que se fuera, que se alejara, que no la quería, él...aún hoy después de todos los años pasado seguía amándola, a pesar de tener su vida junto a otra persona, a pesar de los hijos, a pesar de ser aparentemente feliz, en cada oportunidad ella asaltaba sus recuerdos.
Aquel olor a jazmín de hoy, aquellos ojos, aquella sonrisa...ella, casi no dejó de temblar a pesar del soleado día, aún ahora, después de tantas horas de haberla encontrado su cuerpo estaba sufriendo las consecuencias de aquel encuentro y sus labios se curvaban buscando el sabor de sus labios, único, dulce, profundo, sincero, nadie lo había besado como ella, de forma tan inocente, tan ...suya.
Ella y sus inconfundible ojos llenos de tristeza, a ratos, se hacían visibles para él, como en aquel encuentro fortuito, al igual que hacía años, cuando se conocieron, hoy se habían reencontrado, nuevamente lo primero que inundó su cerebro fue el olor a jazmines, tardío en comprender que solo podían venir de ella, al levantar la vista y encontrarse con sus ojos y su sonrisa diluido al reconocerlo, siempre tuvo buena memoria, había que reconocerlo.
Sus ojos algo desprevenidos dejaron ver el dolor antiguo, ella también lo recordaba, fue lo segundo que vino a su mente, también le dolía, aunque al parecer había quedado sola, sin nadie más en su vida, es lo que le había dicho en aquella conversación extraña, no se había casado, no había tenido hijos, simplemente se dejaba llevar, esas cosas pasan, no encuentras el amor que esperabas, mejor estar sola que mal acompañada, sus palabras exactas.
Ojalá él hubiera sido tan valiente como ella, como siempre había sido ella. Su olor característico, sus ojos llenos de dolor por aquel microsegundo, su sonrisa que ya no era la que él destrozó, cómo decirle que se había equivocado? cómo decirle que la amaba? que daría lo que fuera por estar a su lado?.
No había forma, él lo sabía, ya no había vuelta atrás, porque había sido tonto hasta el último día, mientras ella siguió sola, esperándolo hasta el último segundo, él había construido una vida social, llena de tópicos y típicos que la sociedad exigía, tenía una mujer a su altura, unos hijos preciosos y excelentes, un buen trabajo, y seguía siendo un conquistador nato, excepto que nunca había conquistado lo que realmente había amado.
Si la estupidez tuviera una definición personal sería una foto de él en todo su esplendo cuando la besó por última vez..
Labios cálidos, sus labios...podía beberse la dulzura, el encanto, su candidez, aquella forma de mirarlo después de haberlo besado, su infinita mirada....
"En aquel silencio gritaba el silencio, llorando los dos..."
Es lo que sonaba en la radio en ese momento, casi el broche de oro para aquella fatídica tarde de recuerdos, de encuentro fortuito, de haber comprendido que nadie en el mundo había sido más estúpido que él...
Tan solo quedaba reconocer ante el mundo entero y ante si mismo, que nunca había sabido amar como ella.
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